La solicitud del cliente era clara, quería la transformación total de un piso de los años cuarenta, con una distribución propia de la época, múltiples divisiones y espacios reducidos, para convertirlo en un luminoso apartamento, de grandes espacios que invitasen a socializar sin tener que renunciar a una zona de noche igualmente amplia.
Para conseguir este objetivo el primer planteamiento fue darle a las ventanas el protagonismo merecido, ya que recorren todo el perímetro de la vivienda, consiguiendo que se puedan ver todas a la vez casi desde cualquier punto de la casa. Para ello se tiraron tabiques y se reubicó la cocina en la zona de la entrada, generando una gran zona de día, separada de la zona de noche mediante un portón corredero de grandes dimensiones que sirve las veces como pantalla de proyección.
El gran desafío de este proyecto estuvo en dar respuesta a los problemas estructurales que permitiesen una distribución tan diáfana y versátil, para ello hubo que reforzar toda la estructura existente mediante un porticado de vigas metálicas que quedaron perfectamente disimuladas y que solo se dejan ver en algún punto, como testimonio y cicatriz de la potente reforma ejecutada, para que, intencionadamente, se mezclen con el resto de obras de arte.
